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viernes, 29 de julio de 2011

Después de los comicios de julio







Sin duda, luego de la experiencia vivida después de los comicios celebrados en Santa Fe y la Ciudad Autónoma ( o Autómata) de Buenos Aires, resulta difícil orientarse respecto de cual es modelo de país pretenden algunos argentinos. Hasta los primeros años del siglo XXI vino predominando el modelo agroexportador de carácter semicolonial. Claro que, en el ínterin, no faltaron interregnos hegemónicos de distintos sectores; basta recordar la diversidad de “patrias” que expresaron, de algún modo, cada uno de esos momentos: "la patria ganadera”, “la patria militar”, “la patria financiera”, “la patria contratista”, “la patria sojera”, etc. Sin embargo, cada una de ellas tenía un marco de pertenencia insoslayable: el modelo neoliberal.
Con la llegada de Kirchner al poder, y en forma gradual, se fue quebrando la hegemonía de estos variados grupos y reafirmando, paulatinamente, el papel del Estado como instancia superior para controlar y regular el proceso de desarrollo del país.
No es fruto de la casualidad que la política, hasta entonces subordinada absolutamente al poder económico, recuperara su predominio en el plano de las decisiones gubernamentales relegando a aquellos sectores corporativos a cumplir el papel que les compete sin permitirle, a su vez, arrogarse la facultad de diseñar las políticas de estado.
Podemos estar a favor –como en mi caso- o en contra de lo que se ha dado en llamar “el modelo kirchnerista”; pero nadie puede negar que por primera vez en décadas el Estado recuperó su capacidad de decisión. Que por primera vez, en años, se intenta seriamente en avanzar rumbo a obtener el desarrollo industrial en el país; y una muestra de lo que estamos diciendo es el papel que desempeña la ciencia para este gobierno.
Sin embargo, no toda la ciudadanía es consciente de lo que acontece y, mucho menos, con la vocación distorsionadora de la realidad que tienen  los medios de comunicación privados en la Argentina. Obviamente, en la época en que vivimos resulta cuando menos una puerilidad creer que los medios de información están al servicio de causas nobles para promover la formación ciudadana y, por ende, garantizar el rumbo hacia un estado de bienestar.
No existen dudas que "los medios de comunicación" se han transformado no solo en herramientas de control social, promoviendo determinadas pautas de conducta; sino que también, son constructores de eso que se da en llamar: "la realidad".
El acuerdo entre Macri y “Clarín” es a todas luces demostrativo (negocios millonarios mediante) de como operan los medios;  lo que determinó que el grupo mediático no difundiera noticia alguna que pudiese  perjudicar la imagen de su actual socio.
Por otro lado, la crítica mal intencionada y sistemática contra el gobierno nacional (no olvidemos que éste le acotó significativamente la insaciable avidez de riqueza al grupo Clarín: fútbol para todos, fibertel, papel prensa, etc.) de los medios más poderosos han impulsado arteramente al votante capitalino a optar por Macri. Y a tal punto es ese poder que los votantes ignoraron olímpicamente la verdadera "realidad"; esto es, lo tremendamente desastrosa que ha sido su gestión en cuatro años.
La “subrepticia” campaña publicitaria que esos mismos medios hicieron en beneficio de Del Sel es un dato más a tener en cuenta. No obstante, el comportamiento de estos grupos era lógico de esperar; tal vez lo ilógico fue suponer que la ciudadanía se iba a dar cuenta por motu proprio quien es quien.
Y aquí nos cabe realizar una autocrítica respecto de la campaña electoral que deberá tenerse en cuenta a futuro si lo que se pretende es consolidar las bases para la configuración de un país serio.
Esto, obviamente, no exime de responsabilidad al ciudadano común que en los tiempos que corren –y como ya lo señalábamos- debe efectuar un mínimo de esfuerzo para interiorizarse de lo que verdaderamente acontece en el país y no solo elegir para gobernantes a quienes cuentan con un alto índice de "popularidad mediática" careciendo por completo de los atributos necesarios -y lo que es peor, de criterio- para el ejercicio de la función pública.
Revertir todo ésto no va a ser sencillo, demandará su tiempo y dedicación. Sin embargo, no es imposible lograrlo.
Para ello contamos con la Presidenta de la República que, en breve, ha de salir a la palestra para reafirmar su liderazgo. Y garantizar otros cuatro años de crecimiento del país. Fuerza Cristina!!  

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