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martes, 9 de agosto de 2011

El colapso internacional y la solidez de nuestra economía.






En estos días la noticia más relevante en el plano internacional ha sido colapso de los mercados internacionales como consecuencia del exacerbado endeudamiento americano y la baja en la calificación  de la deuda por Estándar & Poor’s . Si bien, es cierto que, en nuesrtro país, desde hace bastante tiempo se viene mencionando, a modo superficial, la gravedad de la crisis de los EEUU; la mayoría de los medios locales no se encarga de esclarecer a la población argentina de cuales son las causas de semejante crisis. Cualquier persona desprevenida podría preguntarse: ¿Y en que me afecta la crisis americana? Evidentemente que la primer potencia mundial declare el default y restringa notablemente su consumo interno ha de repercutir sobre la economía del resto de las naciones del planeta y ni hablar respecto de lo que pueda acontecer con su moneda.
Sin embargo, lo primero que podemos señalar es que, quienes vivimos la década de los 80 y los 90 en ésta geografía, sabemos con precisión como repercutían sobre nuestra economía las crisis internacionales.
Basta recordar la variedad de los denominados  “efectos” con los que , a modo de pretexto, deslindaban responsabilidades internas algunos funcionarios del área económica, o como  los teóricos del neoliberalismo –muchos de ellos conocidos gurúes- , apuntalados por el ejército de lacayos del periodismo (Longobardí, Hadad, Grondona, el extinto Neustad, Leuco, etc.) autóctono se amparaban en los mismos (es decir, en los efectos) para justificar los sobresaltos en nuestra economía.. Recordemos: El efecto Tequíla, Caipirinha, Arroz u Asiático, etc..  Lo concreto era que estornudaba un operador de bolsa en cada uno de estos lugares distantes y, automáticamente, en la economía argentina se producía un sismo de “consecuencias impredecibles”.
Aunque, a decir verdad, las consecuencias eran siempre las mismas: profundización del ajuste, recorte del gasto público, contracción de la demanda, caída de salarios y jubilaciones, desprendimiento de empresas estatales estratégicas, y priorizar el pago del endeudamiento externo a expensas de deteriorar la vida de la mayoría de los argentinos.
Todo esto expresado de manera extremadamente comprimida, fue el resultado de la lógica del mercado libre; esa misma lógica que predomina, aun hoy, en los candidatos de la mayoría de la oposición. ¿O acaso Prat Gay, Redrado, González Fraga, Mario Llambías, por citar solo algunos, no fueron partícipes y alentadores de las políticas públicas de esos años?
Si, si, se aplicaban estas políticas y se endeudaba al país para pagar los servicios de la deuda generada por los mismos prestamistas. Como diría el sabio y querido Jauretche “íbamos al almacén a comprar guiados por el manual que nos proporcionaba el propio almacenero”. Peor aun, porque en aquél entonces si bien ejercían el comercio y procuraban maximizar sus beneficios, los almaceneros, tenían un comportamiento ético muy distinto al de los inescrupulosos neoliberales.
No obstante, la segunda cosa a destacar es que si los medios -por cierto, en un contexto de medios desinteresados, que no es el caso argentino- explicasen con certeza lo que acontece en EEUU, la ciudadanía tomaría conciencia del grado de parentesco que tienen las políticas que hoy se aplican en el Hemisferio Norte (recorte de gastos y menor cobertura social, debilitamiento de salarios, deficit fiscal, políticas de endeudamiento público, desempleo, drástica contracción de la demanda y el inevitable pánico a la deflación, etc.) y las que se implementaron en la Argentina durante finales de los ochenta y la década del noventa. Obviamente, si esto aconteciere, las chances de los candidatos de la oposición, para los próximos comicios, serían prácticamente nulas. Pero veamos algunos datos que corroboran lo que decimos:
-El volumen de deuda  argentina representa a marzo del 2011, el 46% del PBI (Producto Bruto Interno); mientras que en el 2002 representaba el 166%.
-A su vez, el 50% de esa deuda esta en manos de organismos públicos nacionales. Lo que minimiza la dependencia con los mercados financieros internacionales; hecho éste que garantiza nuestra estabilidad económica a diferencia de otros tiempos.
-En el 2001 el 97% de la deuda pública estaba denominada en dólares; actualmente el 40% esta denominado en pesos. Lo que aumenta nuestros márgenes de autonomía sobre la política cambiaria.
-El peso de la deuda (en términos de servicios a pagar) con los mercados financieros cayó del 15% en el 2001 a menos del 3%.
-En el 2001, los intereses de la deuda representaron el 22% de los recursos tributarios; hoy representan el 5,2 %.
¿Se imaginan si el gobierno no hubiere cancelado deuda?
¿O si hubiere seguido los consejos del Golden Boy (Martín Redrado) de no apelar a las reservas para cancelar deuda y tomar créditos en el exterior para ello? Lo significativo es que Redrado, Prat Gay, Carrio, Biolcati, Llambías, González Fraga, Duhalde, Amadeo, todos predecían catástrofes económicas en nuestro país y citaban las bondades de los paises desarrollados o "el prodigio chileno" entre los modelos pertenecientes a Latinoamérica.
Contrariamente, no son pocos los economistas americanos (entre ellos, varios varios portadores del premio nobel) que sugieren aplicar políticas similares a las de Argentina para salir de la crisis. Sin embargo, eso se oculta, no sea cosa que la gente comience a comprender las cosas y, en consecuencia, lo falaz de la propuesta opositora.
Lo cierto es que, hoy el país sobrelleva la crisis sin coletazos por las correctas medidas adoptadas en materia macroeconómica.
Si hasta el otrora economista en Jefe del FMI, Kenneth Rogoff sostiene que la única manera que tienen los paises desarrollados de sanear la situación es aumentando la inflación (es decir, generando demanda) u obteniendo recortes (quita) de sus respectivas deudas.
Y aquí hay todavía candidatos que nos sugieren contraer el consumo para achicar la inflación (por otra parte, no desbocada) y planchar, de esa forma, el crecimiento como si eso fuera una salida.
Como vemos los profetas del pasado, hoy cambiaron el ropaje pero debajo de él siguen siendo lo mismo!!

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