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viernes, 16 de diciembre de 2011

Moyano y evitemos la "excomulgación"








“Gobernar es crear disensos” (Anátole France)


La frase del escritor francés pone de manifiesto una verdad de perogrullo, todo gobernante que procure modificar el estado de cosas dado va a generar aprobaciones y rechazos, apoyaturas y críticas que van a estar determinadas, generalmente, en virtud de “la víscera más sensible del hombre: el bolsillo” como diría el Gral. Perón.
El acto de ayer donde el líder de camioneros desplegó una serie de cuestionamientos al gobierno nacional no escapo a las generales de la ley.
Más allá de las “heridas” suscitadas, en un primer momento, por la no incorporación en la lista de candidatos a legisladores por parte de hombres afines al titular de la CGT; el incierto futuro de las obras sociales merced a un supuesto proyecto gubernamental que brindaría una cobertura médico-asistencial que traería un sinnúmero de beneficios para la ciudadanía en su conjunto, quizá sea el catalizador que condicionó la retórica de Hugo Moyano. La reacción de éste, que vista desde nuestra perspectiva puede parecer desairosa; observada desde el terreno de los sindicatos es nos guste o no, ineludiblemente, lógica. Máxime si tenemos en cuenta que Hugo Moyano es un representante corporativo –si bien de una corporación de los trabajadores-  y no de los cuarenta millones de argentinos como lo es nuestra presidenta.
Ahora bien, más allá del conflicto que pueda surgir por estos temas puntuales (y otros que no son de público conocimiento) es dable tener presente que quienes se encuentren en una u otra vereda pertenecen, con diferentes enfoques y comportamientos, al mismo espacio político; concretamente nos referimos: al campo nacional y popular.
Por eso debemos ser muy prudentes en nuestro accionar y en nuestras opiniones y no prestarnos a satisfacer a quienes, con extremado deleite, saborearían un recrudecimiento de las posiciones, especulando con una virtual ruptura a futuro entre la CGT y el gobierno.
No es casualidad que los más enconados opositores al gobierno ahora se encuentren “respaldando” con sus declaraciones, en la mayoría de los medios privados de radio y televisión, la figura de Moyano.
El hasta hace muy poco vituperado referente de camioneros, repentinamente paso a ser el centro de la noticia pero no ya como objeto de críticas por su condición de “aliado oficialista”; sino como expresión de los sindicatos que “empiezan a cuestionar el modelo” y la conducción de la presidenta. Si hasta su más enconado opositor en el ámbito gremial, el tristemente célebre Luis Barrionuevo, acaba de verter elogios sobre la figura del Secretario General de los Trabajadores.
Sin lugar a dudas, creemos que Moyano se equivoca  en hacer públicas sus discrepancias con un gobierno con el que, en los contenidos, tiene más afinidades que diferencias.
El debe saber perfectamente que quienes hoy “lo aplauden” son los mismos que se ensañaron sistemáticamente con su persona y su posición gremial durante todos estos años y no vacilarán en retomar esas críticas cuando sus actos, al menos en el plano objetivo, dejen de ser funcionales a sus inconfesables intereses.
No estamos negando la posibilidad de que el sector que representa tenga derecho a disputar espacios de poder; en política siempre se disputan esos espacios. Lo malo no es hacerlo, lo malo es hacerlo sin tener en cuenta las consecuencias que esa disputa puede traer aparejada.
Por eso creemos que Moyano se equivoca, y no tanto en el momento para formular sus demandas; sino en el ámbito en que las realiza. Pero más allá de sus errores tampoco nosotros debemos “excomulgar”  la figura de Moyano, después de todo es dable reconocer que las banderas que enarboló en la década menemista sirvieron para mantener latente la construcción de un proyecto nacional y popular. Y también es razonable reconocer que cuando el actual gobierno (y en ello no hacemos diferencia, ya que no la hay, entre Néstor y Cristina) necesito respaldo, ahí estuvo la CGT apoyando; si bien es cierto que el apoyo no estaba desprovisto en lo más mínimo de carga ideológica. Ya que estaba apoyando la construcción de un proyecto político que tenia al trabajador como destinatario principal del mismo.
La historia latinoamericana nos brinda sobrados ejemplos de lo que suele acontecer cuando los sectores populares entran en confrontaciones banales unos con otros, y ya estamos lo suficientemente maduros como para no pecar de ingenuos.
Por eso estamos convencidos que no es tiempo de escisiones y mucho menos de fomentar divisionismos como pretenden “los auténticos opositores” al modelo que hoy se muestran como “los nuevos amigos” del líder sindical. Por el contrario, es momento de atemperar las aguas y discutir lo que sea necesario pero siempre en el lugar adecuado y en el marco del modelo común que nos contiene a todos los que reivindicamos el modelo nacional y popular.
Los trabajadores saben que tienen en el gobierno un aliado fiel y leal para seguir avanzando en sus conquistas y el gobierno sabe que para seguir dando pasos en esa dirección necesita el acompañamiento de aquellos representantes sindicales que no se prestaron venalmente a traicionar los intereses de los trabajadores. Por eso no es cuestión de dividir, sino de cohesionar posiciones, de aunar esfuerzos; después de todo, no hay que olvidar que ambos sectores están bregando por lo mismo: la felicidad de nuestro pueblo.

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