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viernes, 24 de mayo de 2013

El show del denunciante, la parodia de Alfonsin y las enseñanzas de Juliano











Cierta vez, Juliano, emperador de Roma, mando a llamar a uno de sus gobernadores para que respondiese por delitos que se le imputaban. Este negó todos los cargos y no habló más. El fiscal Delfidio frente al emperador exclamó: `Pero Ilustre César, si basta negar ¿Dónde habrá en adelante un culpable?’. Juliano lo miró sin inmutarse y expresó: `Pero Delfidio, si basta con acusar, ¿Dónde habrá en adelante un inocente?’  (1)

La anécdota del emperador Juliano, el Apóstata, es del siglo IV; sin embargo, sería saludable que algunos referentes del periodismo local sacaran provecho de sus enseñanzas.
Lo que acontece en la  Argentina actual es un claro contraste con el proceder racional que se requiere en estas cuestiones; donde buena parte del “periodismo independiente”,  en aras de defender  los intereses de los grandes grupos mediáticos, han salido a desparramar sospechas -la mayoría de ellas sin sustento- no solo contra funcionarios del gobierno actual; sino contra periodistas (ej. Víctor H. Morales), actores (Federico Lupi), luchadores sociales (Susana Trimarco) y todo aquel que simpatice o apruebe públicamente la política gubernamental.
Nada de malo habría si los denunciantes aportaran pruebas sólidas para la investigación de los hechos; el problema radica en que se vierten acusaciones infundadas (esto es, sin el más mínimo elemento probatorio) con el solo propósito de corroer la imagen de un gobierno (y de paso la de sus simpatizantes más afamados) que osó atentar contra los intereses de los grupos mediáticos dominantes.
Es paradójico observar como estos representantes del periodismo independiente no han realizado una sola investigación -por el contrario, guardaron un silencio revelador- ante hechos claramente documentados y con pruebas más que fehacientes de los delitos cometidos contra el sistema de aporte jubilatorio de los trabajadores argentinos. Procederes que causaron un perjuicio que ronda en 133 millones de dólares y donde uno de los imputados directos es el Grupo Clarín.
Tampoco se han encargado de desarrollar investigación alguna -en otra de las causas donde abundan los elementos de prueba- respecto de la apropiación indebida de acciones de la empresa Papel Prensa. Quizá porque el mismo grupo en cuestión aparece involucrado en los mencionados hechos.
Son los mismos periodistas que ante las sospechas de fuga de divisas del contratante de sus servicios (Grupo Clarín) miran para otro lado buscando a quien acusar para instalar la sospecha en terreno ajeno. No estaría mal que denuncien si lo hiciesen de buena fe; lo malo es que lo hagan sin sustento y con el fin de desdibujar la imagen de un gobierno que intenta ponerle un freno a sus privilegios. No por casualidad, de la solidez de las causas por las cuales se encuentra procesado el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, jamás se habla en los programas de estos denunciadores a sueldo. Obviamente, el mismo Macri  ya se encargó de anunciar que, de llegar al poder, suprimiría el Futbol para Todos (restituyéndole a Clarín su fabuloso negocio), anularía la ley de medios y hasta retornaría al sistema privado de jubilaciones y pensiones (AFJP).
Lo concreto es que  las denuncias sin fundamento no solo procuran instalar un clima de descreimiento generalizado; sino que, a su vez instalan, sobre “las mentes ciudadanas”, la sensación de que en este país nunca pasa nada. Y es lógico que no pase,  si "la altisonante denuncia" no se sostiene con pruebas.
Entonces después, apelan al viejo artilugio: “revertir la carga de la prueba”. De modo tal que,  cuando los medios denuncian, el denunciado debe aportar elementos para reputarse inocente. La lógica constitucional nos enseña lo contrario; pero para los medios, la Constitución solo se tiene en cuenta cuando coincide con sus intereses.   
Así, vemos como “los moralizadores de turno” -es decir, los que se encargan de la moral ajena, sin reparar en la propia- no tienen pruritos en deformar la realidad y fomentar el desánimo en una franja de nuestro pueblo. No se ocupan de su “ser moral”, esto es, de sus propios deberes u obligaciones, ya que para ellos todo está permitido.
Y, como todo está permitido, denuncian mediáticamente lo que quieren; porque conocen la vieja expresión de Honore de Balzac: “La gente termina siempre por condenar a los que acusa”.
Así, por ejemplo, se acusó al Vicepresidente Amado Boudou de tráfico de influencia (Ciccone Calcográfica) sobre la base de un supuesto contrato de locación que no tiene relación directa con la causa. Y que de no aparecer algún elemento probatorio (que por el momento no se ha ofrecido) que corroboré la mentada denuncia quedará, como es obvio, en la nada. Sin embargo, el propósito ya fue alcanzado, concretamente, dejar fuera de carrera -en virtud de la sospecha- al mencionado vicepresidente para una presunta sucesión.
Por otro lado, el denunciante profesional, cada vez más ridículo, Jorge Lanata (vale recordarlo, otrora denunciante contra Clarín, ahora denunciante del Grupo) lo acusó recientemente de viajar a Carmelo (Uruguay) sin pasar por migraciones.
Comenzó su “show periodístico” televisivo diciendo: “Atención Tribunales, viajo Boudou. Atención a la Justicia que está investigando a Boudou: por favor pregunten el viernes pasado entre las 11 y las 14 hs a donde fue Amado. Sabemos que fue a Carmelo y con dos bolsos”.
Como si llevar dos bolsos es sinónimo de delito. ¡¡La cantidad de bolsos con los que habrán viajado quienes fugaron del pais 160.000 millones de dólares!! La verdad, es que argumento tan ridículo raya (o se superpone) con la imbecilidad.
Es que denuncias tan absurdas ya son una ofensa a la inteligencia de sus televidentes; sin embargo, algunos de ellos todavía lo siguen con atención. Pero no solo eso, al parecer uno de sus televidentes,“un dirigente” que aspira -y aspiró- a la presidencia de la Nación, haciéndose eco de la “denuncia”, comenzó su acto político portando un bolso en la mano y diciendo “acá un funcionario se lleva escuelas, hospitales y patrulleros”.
Que la sonsera pueda ser contagiosa, es muy probable en ciertos y determinados casos; ahora que un aspirante a presidente de la república se preste a multiplicarla, ya es demasiado.
Para peor, ni el denunciante “desinteresado”, ni Ricardo Alfonsín,  se enteraron que el viernes pasado a la hora señalada, el Vicepresidente Boudou estaba en la Cámara de Senadores homenajeando al ex presidente de la República de Brasil, Luiz Inácio “lula” Da Silva.
Pero el show de las denuncias sigue su curso y no repara en manchar a todo lo que se le cruce, así se intentó “ensuciar” la labor de  Susana Trimarco (madre de la joven secuestrada y obligada a prostituirse) en su lucha contra las trata de personas; aduciendo, el mismo Jorge Lanata, que no sabía que hacía con los fondos que recibe la fundación que la Sra. Trimarco dirige.
Gracias al desempeño de dicha fundación se han rescatado 1200 mujeres cautivas que se hallaban reducidas a la condición de servidumbre; pero claro eso no se difunde en estos medios. Quizá porqué el periodista cuestione, off the record, la prohibición de la oferta sexual mediante avisos clasificados dispuesta por el gobierno; otrora interesante fuente de ingresos del Grupo para quien trabaja.
No obstante, eso no le da derecho a proferir dichos que no se corresponden con la verdad; como cuando mendazmente sostuvo “que la casa de Susana Trimarco se la obsequio el gobernador de Tucuman”, infiriendo de ese modo, el porqué  de su apoyo al gobierno nacional.
Como vemos la lógica desarrollada por los medios de comunicación con la colaboración incondicional de “los periodistas independientes” (obviamente, a cambio de considerables sumas por sus servicios) ya alcanza altos ribetes de irracionalidad. Todo vale al momento de desprestigiar al gobierno; el mismo procedimiento que se utilizó en los 90 para desprestigiar al Estado y emprender con “el consentimiento” –manipulado, por cierto- de la población, el proceso privatizador en la Argentina.
Hoy el propósito es evitar que el gobierno aplique en su plenitud la ley de medios; ya que la oposición en alianza tácita (aunque para muchos es evidente) con los Grupos Mediáticos Hegemónicos ha decidido retirarla de nuestra legislación en caso de llegar al poder.  
Basta recordar que la ley de medios audiovisuales fue aprobada a fines del 2009, mediante una sucesión de cautelares se fue demorando su entrada en vigor. La Corte Suprema de Justicia había dispuesto que el  7 de diciembre del 2012 vencía el plazo para la finalización de la medida cautelar. Habiendo determinado el Tribunal la constitucionalidad de la Ley, el Grupo Clarín apeló la sentencia ante la Cámara Federal en lo Civil y Comercial (curiosamente, la misma Cámara que consintió las cautelares) declaró la inconstitucionalidad de dos artículos en un fallo vergonzoso.  Todavía falta que la Corte se expida al respecto. Mientras tanto los “mercenarios del periodismo”, eso sí: “absolutamente independientes”, apelan a toda clase de recursos, entre ellos las falsas denuncias o denuncias sin pruebas, para que el Gran Monopolio Argentino siga gozando de sus privilegios.

(1)     El Proceso Penal  (María Carmiña)

miércoles, 15 de mayo de 2013

Macri, su pacto con los medios y las "intencionalidades" de la oposición





 






La determinación del  Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, de sancionar un decreto de necesidad y urgencia para “la protección de la libertad de prensa y expresión” pone al descubierto su alianza con los medios hegemónicos. 
Si algún incauto, todavía dudaba de esa estrecha vinculación, ya no tendrá vacilaciones al respecto; excepto que padezca de “una ceguera mental” de tan altas proporciones que le impida ver la realidad con los ojos de la razón.
Lo cierto es que, el mentado DNU, ha sido “el traje a medida” confeccionado tanto para el grupo Clarín, como para su socio “ideológico” el grupo Nación. Ante la inminente posibilidad de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación se expida respecto de la constitucionalidad de la ley de medios audiovisuales y previendo que, la mencionada norma, no presenta contraposición alguna con nuestra Carta Magna; el jefe de gobierno metropolitano extrae como por “arte de magia” un decreto al solo efecto de plantear un conflicto de jurisdicciones. Creando de esa forma un “fuero especial” para estos poderosos grupos e ignorando y contrariando las competencias federales y las disposiciones que la propia Constitución Nacional establece. Sinceramente un “disparate jurídico” que solo puede proceder del desconocimiento más elemental del derecho y de la incompetencia para el ejercicio no ya de la función, sino de la razón. Ahora bien, el único fundamento que existe para adoptar una medida de estas características es, y para apelar a términos futbolísticos, “embarrar la cancha”.
El propósito es, ni más ni menos, retrasar aun más la resolución del conflicto para que la ley de medios no entre plenamente en vigor. De esta manera los grupos mediáticos dominantes (Clarín y Nación) “patean” para adelante la implementación de la democrática ley, a la espera futura de la llegada de un gobierno afín que deseche o anule la norma en cuestión.
No faltarán  ingenuos que  podrían preguntarse: ¿Pero cuál es el negocio de Macri en todo ésto?
Sin hacernos eco de las denuncias efectuadas en el parlamento capitalino, y también en el ámbito judicial, respecto de los acuerdos “comerciales” entre el grupo Clarín y el Jefe de Gobierno de la Ciudad. Existe en los hechos un acuerdo tácito donde los referentes de la “prensa independiente” –como gusta llamarlos Macri- no cuestionan un solo acto de gobierno del jefe metropolitano.
Es decir se lo recubre de un “escudo protector” para que el ciudadano común no se entere de lo que es o, fundamentalmente, ignore aquello que hace.
Así se ocultan, mediante la no difusión, por parte de los medios: los procesos judiciales que pesan sobre la cabeza de este referente político (escuchas ilegales, malversación de fondos, etc.), las descabelladas medidas que adoptó a lo largo de su gestión de gobierno (por citar solo unas pocas: en el área educativa: en referencia al absurdo control del pensamiento de los alumnos, recortes presupuestarios; en el ámbito social: la persecución de los “sin techos”, la obstaculización para impedir que las mujeres violadas, en el seno de su jurisdicción, puedan abortar conforme a las disposiciones de la Corte Suprema de Justicia; en el terreno hospitalario: intentando cerrar establecimientos sanitarios a los efectos de emprender “proyectos inmobiliarios”; en materia de legislación: el ejercicio de “la vetocracia”, etc., etc.), la predisposición represiva con relación a las manifestaciones públicas (el violento desalojo en el Indoamericano, la brutalidad desplegada recientemente en el hospital Borda); sin olvidar también las reiteradas ausencias del país en los momentos trágicos (por ej.: inundaciones, derrumbes) que afectaron a la población capitalina.
Es obvio, el propósito es resguardar a Mauricio Macri no solo ante las próximas elecciones legislativas; sino ante la necesidad de llevar un candidato afín (léase opositor al kirchnerismo) para que en el 2015 -y de ganar los mentados comicios- retornar a “la normalidad virtual”sin sobresaltos patrimoniales para los "adalídes de la libertad de prensa".
¿En que consiste esto de la normalidad virtual? En verdad, no es otra cosa que “la normalidad” que garantizan los medios independientes cada vez que acceden gobiernos que se someten a sus intereses. En consecuencia, y como por arte de magia, la llegada de un gobierno de estas características borraría de las pantallas televisivas la supuesta inseguridad, las sensaciones de miedo, las fluctuaciones del dólar, las necesidades de la gente, las sospechas de corrupción, etc., etc., etc. Al mismo tiempo, proliferarían en los medios audiovisuales “los tradicionales analistas económicos”, quienes nos hablarían no ya del futuro apocalíptico de nuestra macroeconomía (que por otra parte, como los siete jinetes nunca llega) en manos de los Kirchner; sino de la eventual "seguridad jurídica reinante", los beneficios del endeudamiento externo aun a tasas exorbitantes y de las bondades de volver a privatizar  aquellas empresas del Estado que hoy han sido recuperadas.
Obviamente, eso durará un tiempo -el necesario para realizar todas aquellas modificaciones- hasta que la “realidad material” comience a manifestarse y “la normalidad mediática” comience a verse perturbada por la realidad de los hechos. Es en ese preciso instante, cuando  “al no poder  tapar el cielo con las manos”, los medios hegemónicos iniciarán un proceso de distanciamiento de su otrora candidato, para refugiarse en otro que, al igual que aquél, les garantice la perpetuación de sus privilegios. Así una vez logrado el solapado acuerdo, solo restará maquillarlo y presentarlo ante las cámaras de TV como el candidato más virtuoso.
No por error, la conductora del programa periodístico de TN, María L. Santillan,  se atrevió a decir  en vivo: “Para que aparezca un candidato solo se necesitan 15 minutos”.
El problema de hoy, y que esencialmente aqueja a los medios dominantes, es que la propia torpeza de Macri lo despoja del encantamiento para posicionarse como posible alternativa en el 2015. Lo mismo ocurre con el resto de los opositores, quienes también carecen de “encanto”; al igual que de ideas.
Es dable corroborar que la oposición no discute políticas de estado, propuestas o medidas; solo discute “intencionalidades”. Es muy común escuchar a los opositores verter  frases tales como: “La intención del gobierno es apoderarse de la Justicia”, “La intención del gobierno es coartar la libertad de prensa”, “la intención del gobierno es quedarse con todo”. Son algo así como “expertos en intencionalidades” no materializadas; una suerte de metafísicos de la política. Ni siquiera se atreven a discutir hechos consumados; tal vez porque carecen de argumentación sólida para cuestionar medidas como: la estatización de los aportes previsionales, la recuperación parcial de YPF, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la reforma del mercado de capitales, la asignación universal por hijo, la considerable (si bien, aun insuficiente) reducción del número de ciudadanos en situación de pobreza, la política en materia de derechos humanos, etc.
No hablemos de las contradicciones que suelen invocar, si hasta desconocen el principio del tercero excluido; por un lado nos dicen que el gobierno “se quiere apoderar de la Justicia”, y por el otro, nos dicen que “el gobierno maneja la Justicia a su voluntad”. Si fuere así, ¿Para qué querría apoderarse de una cosa que ya posee? Lo cierto es que como ya lo hemos manifestado oportunamente, ningún artículo de los contenidos en el proyecto de reforma judicial subordina dicho poder al poder político; ya que además, de ser así, sería manifiestamente inconstitucional. No obstante, se empeñan en hacer creer a la población que la cosa es así. Tal vez, los “selectos opositores” no se hayan tomado concienzudamente la tarea de leer los textos enviados. Pero bueno, no tenemos nada que reprocharles, después de todo, su dominio es en el plano de las intencionalidades. El inconveniente es que, en la mayoría de los casos, quienes juzgan sobre intencionalidades, es porque intencionadamente persiguen otra cosa. 

domingo, 5 de mayo de 2013

La Argentina: ¿Adolescente y temerosa?






 







No son pocas las ocasiones en que los padres reprochamos a nuestros hijos - durante su etapa de adolescentes- de su escaso reconocimiento por el esfuerzo que desplegamos. Tal es así que, en más de una oportunidad, solemos puntualizar a través del diálogo con ellos, cada una de las circunstancias en que tuvo lugar la materialización de ese esfuerzo.
Por cierto, para ello apelamos a la memoria, con el afán de resaltar acontecimientos del pasado que, en principio, parecen “borrados” de la mente de nuestros hijos. 
“El adolescente gusta saciar su sed en el Leteo”, solía decir mi padre, en referencia a aquél río del Hades donde bastaba beber su agua para olvidarlo todo.  
Se podrá decir que es una característica propia de esa etapa y que armoniza con estos tiempos en que el “Yo” ha alcanzado proporciones cuasi gigantescas. Sin embargo, tampoco es cuestión de realizar una generalización absoluta; de lo contrario, estaríamos cayendo en una visión simplificadora de la realidad incapaz de proporcionarnos una percepción “exacta” del mundo adolescente.
Lo concreto es que, sea para demandar “mayores esfuerzos” de nuestra parte o para concentrar “mayor atención” sobre su persona, la ponderación histórica no es la cualidad más sobresaliente en ese período del desarrollo humano. Y, por cierto, eso no debe (o no debería en algunos casos) interferir en la relación con nuestros hijos, ni siquiera representa un mal grave con consecuencias imprevisibles.
Ahora bien, distinto es el caso cuando quien no pondera la historia ya no es una persona individual en determinado período de su desarrollo, sino una franja importante de la sociedad. 
Aquí sí las consecuencias de “beber en el Leteo” pueden ocasionar gravísimos trastornos para el presente y el futuro de todos los miembros de una comunidad.
Por eso es preocupante observar que aquellos protagonistas de un pasado reciente vuelvan al escenario mediático a predicar fórmulas mágicas, que terminaron sumiendo al país en una situación de caos económico y de empobrecimiento absoluto de vastas franjas de nuestra población, con la deliberada intención de captar la adhesión de quienes ignoran la historia.
Hoy contemplamos cómo economistas, como Federico Sturzenegger  (otrora Secretario de Política Económica durante el 2001), salen a manifestar que de ser gobierno devaluarían el peso en un 40% respecto del dólar. Esto traducido en términos vulgares significa, lisa y llanamente, no solo que el poder adquisitivo de la población salarial se reduciría en un 40%, logrando una contracción de la demanda en el mercado interno y posibilitando que los grandes concentradores de la oferta trasladen la devaluación a los precios; sino que a su vez, se acentuaría una profunda recesión que paralizaría la economía nacional y beneficiaría únicamente a los sectores exportadores.  
No es fruto del azar que quien promoviera en los años 90 la privatización del Banco Nación hoy sugiera, inescrupulosamente, este tipo de medidas en un contexto donde el dólar marginal genera temerosas expectativas y donde -como diría Alfredo Zaiat, la “doctrina Sanz”, aquella que anhela que al gobierno le vaya mal, es reivindicada por casi la totalidad de los neoliberales- agitar estos fantasmas favorece a quienes aspiran a materializar una devaluación oficial del peso. 
Nadie ignora las dificultades y el trauma que acarrea el dólar en la economía argentina; solo basta que unos pocos interesados agiten la presencia del “fantasma” para que la totalidad de la población entre en pánico. Aun aquellos pobladores que jamás han poseído un dólar en su billetera. 
Lo cierto es que, el mercado informal del dólar representa fácticamente apenas entre el 3 y el 4% del volumen de divisas que se manejan en nuestra economía; sin embargo, el efecto especulativo es extremadamente mayor. Máxime cuando diariamente nos bombardean, a través de los medios, con la situación del “dólar blue o marginal”; algo similar a lo que paso con otra categoría de espectros, como lo fueron el “riesgo país” o “las necesidades del ajuste” en la década del 90.
Curiosamente, también en estos días apareció otro de “los grandes protagonistas”  de la historia económica de nuestro país que, con su desvergüenza habitual, salió a explicar cuáles deben ser las medidas que se deben instrumentar en la Argentina. 
Nos referimos a Domingo Felipe Cavallo, que con su rosario de recetas atemporales (ya que siempre son las mismas) nos dice que lo que hay que hacer es: achicar el gasto público, establecer un nuevo sistema (regresivo obviamente) en materia de impuestos y acudir al endeudamiento externo por medio de los organismos de crédito internacionales.
¡¡Fabulosas apariciones acompañan al fantasma!!
Al parecer la corrida cambiaria -que suele azotar reiteradamente al gobierno de Cristina Fernández-  tiene sólidos promotores que, a modo encubierto, no claudican en su intencionalidad; su objetivo es subordinar el poder político al poder económico.
No es un acontecimiento nuevo, históricamente lo vienen haciendo, recordemos que le sucedió al gobierno de Alfonsín. No hablemos de Menem que, a priori, ya estaba absolutamente subordinado. Las corridas siempre tienen por propósito debilitar a los gobiernos de turno y, ineludiblemente, desviar ganancias hacia los poderes concentrados. No obstante, el problema se agudiza, con mayor intensidad, cuando nuestra población adulta es incapaz de recordar los nefastos antecedentes que determinados personajes dejaron sentados en el pasado.
Claro que no hubiera sido tan fácil ocultar el pasado sin la complicidad de los medios hegemónicos.
Por ejemplo, no sería tan sencillo para Cavallo sugerir el endeudamiento externo si, esos mismos medios, hubieren explicado lo desastroso que significó para el país y sus habitantes la suscripción -solo por citar uno de sus tantos "aportes"- del denominado “Plan Brady” en su momento. Sin embargo, hoy aparece nuevamente brindando consejos al igual que los tradicionales "economistas del establishment" (Prat Gay, Redrado, Broda, Melconian, etc.) que jamás aciertan una de sus profecías; pero eso los tiene muy sin cuidado ya que su función no es acertar, sino simplemente alarmar a la población para provecho de unos pocos.
Desde luego que la mejor manera de “salvaguardar” a estos hombres para recurrir a ellos en otra ocasión, es ocultando lo que hicieron en el pasado. Y en eso, hay que reconocer que, nuestros medios dominantes, son auténticos especialistas.
De ahí que sea necesario reforzar la memoria, no solo para comportarnos como “adultos”; sino para disipar definitivamente los miedos que, en forma deliberada, otros construyen artificiosamente.