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martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando la mediocridad se disfraza de justicia





 






La mediocridad que reina en buena parte de la clase dirigente argentina es fenomenal y reparemos que estamos hablando de “clase dirigente” y no de “clase política”; concepto aquél mucho más extenso y abarcativo que el que representa éste último. Evidentemente, no se trata de instalar la ingenua creencia de presumir que “el virus de la mediocridad” es susceptible de hallarlo en cabeza de “los otros”, mientras que en lo personal gozamos de las suficientes defensas para no ser afectados por el mismo. En absoluto, si el contexto donde nos desenvolvemos esta signado por la mediocridad es muy factible que, en mayor o menor grado, directa o indirectamente incida sobre nosotros.
Así por ejemplo, el grado de exigencia de quien pretenda destacarse en una sociedad de mediocres ha de ser mucho menor que el de quien pretenda realizarlo en una sociedad que persiga la excelencia en todos sus órdenes. Como vemos el contexto, entre otras cosas, condiciona las aspiraciones del individuo; más allá de las excepciones que podemos hallar en toda regla.
Sin embargo, el problema de “la medianía” no radica en sí misma sino en la persistencia a seguir el camino trazado por ella que, indefectiblemente, conduce a la profundización de “lo mediocre”.
Uno de los rasgos más característicos de la mediocridad consiste en desvalorizar y despreciar el uso de “la razón”; después de todo, la gimnasia reflexiva suele ser  un buen antídoto para contrarrestar sus efectos. Pero lógico, el ejercicio del pensar -contrariamente a lo que se supone- ha dejado de ser un procedimiento habitual en la era del desarrollo tecnológico, para convertirse en una especie de excepción. En un mundo singularizado por “la inmediatez”, se hace cada vez más difícil detenerse a pensar; pues, para que hacerlo si otros “piensan por mí”. Para que detenerme en la comprensión de una ecuación matemática si la calculadora lo resuelve al instante, para que esforzarme en comprender lo que sucede en el mundo si basta encender una pantalla de televisión para que un periodista (que tampoco escapa a la mediocridad) me diga no solo cómo van las cosas sino quienes son “los buenos” y quienes “los malos” en el escenario político local e internacional.
Y no se trata de emular a la calculadora con el periodista, “la calculadora” en lo suyo suele ser exacta porque está preparada para ello; el periodista, en cambio, a menudo -lo vemos a diario en nuestro ámbito televisivo- se encuentra insuficientemente preparado y suele ser “inexacto” por interés, por presión de los propietarios de los medios o por el déficit en su formación.
En consecuencia, la mejor manera de escapar al alud de la mediocridad es relacionarse con “el mundo” a través del pensamiento.
Tomemos por ejemplo, el escenario político argentino para ver hasta qué punto se hace difícil soslayar los embates de la mediocridad. Una de las noticias más trascendentes de estos últimos días ha sido el allanamiento dictado por el juez Claudio Bonadío al domicilio fiscal de una sociedad anónima de la que uno de sus accionistas es la actual Presidenta de la República. El motivo de su allanamiento no responde a un hecho delictivo, sino al supuesto hecho de no haber dado de baja el “domicilio legal” declarado oportunamente, sin haber dado a conocer, cosa que la empresa aduce haber realizado, el nuevo domicilio sito en la provincia de Santa Cruz. Es preciso observar que se trata de una empresa hotelera (Hotesur S.A.) que desarrolla sus actividades en la mencionada provincia; por tal motivo es lógico suponer que haya realizado ese cambio de jurisdicción. No obstante, y de no haberlo hecho, en el peor de los casos se trata de un incumplimiento administrativo sancionado con una multa máxima de pesos tres mil ($ 3.000-) -pues, para aquellos que gustan hablar en moneda extranjera, sería aproximadamente poco más de 300 dólares al valor oficial- lo que en definitiva revela la irrelevancia de la cuestión.
Sin embargo, el pedido del fiscal, Carlos Stornelli, sobre el que ya pesan algunos cuestionamientos anteriores en lo que a su proceder respecta,  y a instancias de una “dirigente política” local (Margarita Stolbizer) no solo fue satisfecho de manera inmediata (en menos de 24hs.), sino que orquestadamente se le dio una trascendencia mediática desproporcionada. Claro, no menos desproporcionada que la decisión del controvertido juez que cuenta en su acerbo con nueve pedidos de juicio en el Consejo de la Magistratura por mal desempeño al momento de administrar justicia. Seguramente, luego de este injustificado accionar contará con un pedido más.
Lo cierto, es que para obtener una información de estas características era suficiente con librar un oficio; pero el polémico y no muy escrupuloso juez opto por “armar” toda una misa en escena, al parecer, a pedido de los opositores mediáticos para mellar la imagen en alza de la presidenta. De ese modo el “show” terminó con el allanamiento a un departamento vacío y con un costo de movilización (piénsese en el traslado del juez y funcionarios judiciales, los policías afectados al operativo, etc., etc.) superior al monto en dinero estipulado para este tipo de incumplimientos administrativos. Por suerte, el único periodista que acompañó el allanamiento no fue pagado por el Estado sino por su empleador: el Grupo Clarín.  
Una vez montado el operativo, los medios hegemónicos se encargaron de hacer lo suyo que consistió en sobredimensionar el hecho para que aquellos ciudadanos que desconozcan el normal desarrollo en este tipo de infracciones lo visualicen como si fuese un delito.
No obstante, si intentásemos pensar estos hechos nos daríamos cuenta de que algunos de los mitos más pronunciados en estos últimos tiempos carecerían de sustento. A saber:
-          “El gobierno ejerce un control absoluto sobre el Poder Judicial. No existe el estado de derecho”.
Si así fuere un juez federal no podría desarrollar un procedimiento semejante ante una nimiedad de estas características. Sin embargo así lo ha hecho, después de todo, quien “puede lo menos, puede lo más”. Y en ese aspecto el juez Bonadío es todo un ejemplo de la independencia del poder judicial; pues, cada vez que se formula la posibilidad de ser juzgado en el Consejo de la Magistratura, inmediatamente reacciona con medidas de esta naturaleza. Que distraen a la opinión pública y obstaculizan el tratamiento de sus irregularidades en el Consejo. Lo que demuestra definitivamente (y prescindiendo de las sentencias adversas al gobierno que no son pocas) que el Poder Judicial lejos está de ser controlado. Y sin embargo, se lo califica como un gobierno “nazi”.
-          “Los jueces no hacen política y mucho menos política partidaria”.
Otro de los tradicionales mitos. Guste o no los jueces hacen política a través de sus interpretaciones judiciales; podrá decirse que las mismas se fundan en el derecho vigente; pero aun así siempre hay un margen de maniobra para la discrecionalidad judicial.
En cuanto a que no hacen política partidaria es evidente que no lo hagan ostensiblemente, pero nadie ignora que actúan en función de sus simpatías. Tomemos a Bonadío por ejemplo, ha sido secretario de Carlos Corach -quien fuera ministro del interior de Carlos Menem-personaje más que influyente durante los gobiernos menemistas. ¿Alguien puede suponer que posteriormente fue designado para impartir justicia de manera independiente? ¿No fue esa época en la que se calificaba a la Corte Suprema como “la mayoría automática” por ser incondicional aliada del Poder Ejecutivo?  Se podrá decir que Bonadío no integraba la Corte, pero sí era funcionario de gobierno, lo que revela una clara identificación política. Lo mismo acontece con algunos miembros de la Corte que, obviamente, renunciaron a su pertenencia política al ser designados. Pero volviendo a Bonadío a demostrado en no pocas ocasiones sus simpatías por Massa.  Lo que no sería descalificable si sus sentencias y su proceder no estuviesen reñidas con la justicia.
Para peor, si a esto le añadimos que los miembros políticos de la oposición se esfuerzan en hacerse eco de esta clase de noticias con el propósito de garantizar su aparición en los medios, justificando, a su vez, operaciones de esta naturaleza; no es disparatado concluir que “la mediocridad avanza”.
De ahí que la mejor manera de procurar no ser afectado por ella es apelando a la razón. Claro que el contexto no ayuda; por el contrario, hay más defensores del “desierto” (el vacío de la sin razón) de lo que uno supone. Y no quepan dudas que la Presidenta de la República, con sus aciertos y sus errores, sigue siendo un muro de contención ante tanta mediocridad.   

martes, 18 de noviembre de 2014

La actual comedia política argentina, las encuestas y las "caricias" porvenir.





 







“La corrupción escandalosa en este gobierno es emblemática” (Nelson Castro, periodista “independiente”)


Resulta interesante observar como “el más corrupto” de los gobiernos nacionales, conforme lo denomina la jauría de periodistas independientes, ha sido precisamente el que no solo puso fin al proceso de endeudamiento creciente de la Argentina; sino que además posibilitó una recuperación y un crecimiento económico jamás experimentado a lo largo de nuestra historia. En contraste con ello, los gobiernos “menos corruptos” -y solo por citar a dos que le antecedieron: Menem y De la Rúa por ejemplo- no sólo condujeron al país al borde del abismo social con todo lo que semejante situación implica; sino que además acrecentaron el endeudamiento externo a niveles insostenibles despojando, a su vez, al erario público de todo su patrimonio.
Por cierto, mucho más llamativo resulta el modo en que el actual gobierno (y siguiendo con la “interpretación independiente” que diariamente nos ofrecen los Majul, Lanata, Leuco, Solá, Longobardi , los Castro y los Bonelli) se empeña en “comprar voluntades” para que luego apoyen las políticas oficiales. Lo curioso es que, al parecer, se encuentran “tan bien pagos” que el grado de adhesión ya merodea en las proximidades del 50%, hecho éste que resulta por demás “preocupante”. Al fin de cuentas, si “el gobierno más corrupto de la historia” cuenta con ese elevado nivel de adhesión ciudadana; no es descabellado afirmar (al menos, por carácter transitivo) que la ciudadanía argentina se caracteriza por tener una fuerte propensión a la corrupción.
Claro que ninguno de los “oficialistas pagos” va a andar expresando por la calle su marcada predisposición corrupta y, por el contrario, han de ser extremadamente cautos en no dejar indicio alguno que revele esa férrea inclinación. No obstante, y como en todos los órdenes, habrá una ínfima minoría que seguramente no estará contaminada y será “la excepción que confirma la regla”. Por suerte, y conforme sostiene el ejército de “moralizadores independientes” el 50% antikirchnerista (sí, sí, al parecer ha desaparecido la “ciudadanía independiente”; según ellos se es K o anti k. Además, el término “independiente” es exclusivo de este círculo de periodistas, pues, los demás son “comprados”) representa “la Argentina de la moralidad”. Claro que, necesariamente, en esta franja se ubican los “probos” representantes de la década de los 90, los simpatizantes de los fondos buitres, los empresarios que en el coloquio de IDEA expresaron de puño y letra sin prurito alguno que era “razonable” ofrecer una coima a cambio de una prestación, los políticos de la oposición,  los medios opositores, “la gente” (concepto que, como es obvio, no “alberga en su interior” a quienes simpatizan o se muestran condescendientes con el oficialismo) y nuestros queridos  “periodistas independientes” que para nuestra suerte hace más de 40 años que monopolizan la comunicación mediática, de lo contrario, “los niveles de inmoralidad” serían espeluznantes. ¿Se imaginan ustedes como sería la sociedad argentina si estos  divulgadores de “la verdad” y de “la ética” no nos ofreciesen a diario la información indispensable para salir de la ignorancia?
Y a propósito de la ignorancia, he allí la fuente en la que abrevan la mayoría de los seguidores de este gobierno. Alguno de estos “comprados seguidores” podrá decir que este es el gobierno que más presupuesto educativo destinó a la educación y que en virtud de ello, se produjo un notorio incremento de las escuelas y universidades públicas. Claro que quien esboza este argumento, no repara en que eso se hizo al solo efecto de “invisibilizar” la corrupción. Pues, si no hiciesen esas cosas, la corrupción sería extremadamente ostensible.
Pero aun así, y para sostener estos niveles “extremos de corrupción”, el gobierno ha tenido que instalar desde el poder “un régimen nazi” de tal modo que, reforzando su concepción autoritaria, sancionó la polémica ley de medios audiovisuales. Borrando, a través de ella, “las voces opositoras” en los medios de comunicación; y dejando al parecer solo “unos pocas” como para revestirse de una imagen democrática y no despertar sospechas en la población. Posteriormente, avanzó “escandalosamente” -recurriendo al mismo término que empleo el conocido CEO del “Grupo Clarín” en cierta ocasión; “Grupo” que por otra parte, financia el accionar de una conocida franja de “periodistas independientes”-  sobre el Poder Judicial -“evitando” el procesamiento de sus funcionarios-  y, muy especialmente, sobre la Corte Suprema de Justicia que también, para no dejar al desnudo su incondicional grado de sometimiento al “régimen”, sancionó una serie de fallos adversos a los intereses gubernamentales al solo efecto de encubrir su genuflexión.
Algún ingenuo podrá argüir que éste gobierno, a diferencia del nazismo, no persiguió a nadie políticamente, que tampoco optó por reprimir las protestas opositoras, que no suprimió la actividad parlamentaria, que no conculcó los derechos y garantías permitiendo la continuidad del Estado de Derecho, que no violentó ni el más elemental artículo la Constitución y que, como es obvio, jamás promovió el exterminio de grupo humano alguno; lo cierto es que, en los hechos, y conforme a la interpretación que entre líneas nos brinda “el periodismo independiente” esas argumentaciones no son más que simples “menudencias discursivas” a las que apelan los partidarios del “régimen” para ocultar su verdadero rostro signado por la esvástica.
¿O acaso se olvidan de la amenaza que sufrieron “los periodistas independientes” que vieron peligrar sus vidas por “difamar”, perdón digo por difundir sus “verdades”? ¿No fue el mismo Daniel Sabsay quien, recientemente, bajo su condición de judío estableció un símil entre el régimen nazi y el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner?  No van a creer ustedes que el serio “constitucionalista”, tan proclive a frecuentar los programas de la prensa “libre e independiente”, va a estar dispuesto a banalizar un hecho tan repudiable y costoso a la humanidad como lo fue el nazismo.
Y si bien es cierto, que muchos otros miembros de la colectividad han salido a repudiar sus expresiones, lo más coherente es  que no se les haya prestado atención a estas voces  (tal cual lo hicieron los “medios informativos independientes”); ya que seguramente han de ser “colaboracionistas pagos” del gobierno K.
Por otro lado, el hecho de que ciertos y determinados periodistas no hayan sufrido ni un rasguño, ni padecido siquiera un conato de agresión, no significa que estén seguros frente al “régimen”. ¿O acaso no es todo posible en la dimensión del futuro? En cuanto al pasado y el presente, si bien debemos reconocer que no ha sucedido nada,  deberíamos afirmar que, definitivamente, ha sido merced a la suerte.
La misma suerte que tuvo este gobierno para verse beneficiado durante todos estos años con el inesperado “ viento de cola” que, sin dudas, trajo aparejado cierto bienestar económico para una amplia franja de la población. ¿O alguien supone puerilmente que las decisiones políticas son capaces de modificar la realidad? Quien sería capaz, estando  en su “sano juicio”, de llegar a creer, por ejemplo: que la recuperación económica argentina tiene que ver con la instrumentación de políticas contrarias a las sugeridas por el neoliberalismo. Pues, alguien puede afirmar a ciencia cierta que la  asignación universal por hijo no es fruto del” viento de cola”. O que la ley de compensación obligatoria en materia de jubilaciones y pensiones no es consecuencia del “azar eólico”; o que la renovación ferroviaria que posibilitó dejar atrás más de 50 años de rieles y maquinarias vetustas no ha sido merced a ese ininterrumpido y milagroso soplo ventoso.
¡¡Argentinos a reflexionar un poco!! De esa forma comprenderemos que el “fracaso” de las políticas de Martínez de Hoz , Alemann, Roque Fernández, Cavallo, Machinea, Lopez Murphy (aplaudidas y acompañadas por “celebridades notables” como: Melconian, Redrado, Prat Gay, Broda, y tantos otros) ha sido consecuencia, pura y exclusivamente, por la falta de predisposición del “Dios Eolo” que, abandonándose al ocio, se empeñó en no soplar los vientos que necesitábamos para dar impulso a nuestro desarrollo. Hecho éste que nos lleva a sospechar cierta predisposición de ese dios pagano orientada a favorecer a “los dictadores elegidos democráticamente”, que al parecer hoy se abroquelan en el Cono Sur.
Y  como era lógico esperar, bajo el amparo de tamaña protección, tales gobiernos no vacilaron un ápice en desplegar una artillería de medidas demagógicas, a sabiendas de contar con el incondicional apoyo de la brisa divina. Así nos encontramos con que, durante el gobierno de “la dictadora” Cristina Fernández y del "olvidado" Néstor, se otorgaron paritarias, se subsidiaron los servicios, se financiaron programas para el desarrollo estudiantil, se otorgaron créditos para la vivienda, se regalaron notebook para los alumnos de escuelas con escasos recursos, se incorporaron millones de personas al sistema jubilatorio proveyéndoles con ello atención sanitaria gratuita, se les concedió créditos y mejoras a los miembros de la denominada “tercera edad”. En fin todo un conjunto de medidas que tuvo (y tiene, porque se siguen instrumentando) su inveterado soporte, exclusivamente, en los designios del poderoso” viento de cola”; que entre otras cosas permite, con su accionar, el desarrollo del mercado interno.
Pero al parecer, y conforme presagian los “economistas serios” y “los periodistas independientes” el dios de los vientos dejará de soplar a finales del año próximo y, a modo de un tornado imperceptible, va a dejar al descubierto los daños ocasionados sobre nuestra estructura económica-social. Hecho éste que requerirá, la adopción de medidas anti-demagógicas para subsanar los no perceptibles, pero “letales”, daños ocasionados por la “acción eólica”. Para ello se requerirá la supresión de un conjunto significativo de medidas impulsadas por el gobierno kirchnerista e implementar, entre otras, aquellas que aportan más "racionalidad", como ser: contención del gasto público, contracción de la demanda, liberalización del tipo de cambio, supresión de la actividad del Estado en algunas áreas, contención del alza salarial, etc., etc. 
Pero no es cuestión de desesperar, al fin y al cabo, “la ausencia divina” será suplantada por la menos mítica “mano invisible” que, al decir de estos “presagiadores”, todo lo resuelve y desde hace siglos.
De esa manera ya no dependeremos de los caprichos de un “Dios” -que al parecer, mantuvo estrechos vínculos con el Estado-, ni contaremos con gobernantes “afectados por el virus del nazismo” (por apelar a una expresión utilizada por ese “destacado periodista independiente”, Luis Majul, quien sistemática y orgullosamente se empeña en no observar la regla de Groucho. Me refiero a aquella que dice “es preferible permanecer callado y parecer un tonto. Que hablar y despejar las dudas definitivamente”); sino que todo dependerá de la “recta y honrosa” iniciativa privada que, desprovista de toda clase de regulaciones, retrotraerá al país a la época de bonanza por excelencia. Concretamente: la de los años 90.
Venturoso panorama describen los “periodistas y economistas independientes” respecto de la Argentina porvenir, quedarán atrás los “yerros” de Cristina y Néstor, desaparecerá “el gobierno más corrupto de la historia” (superior incluso al de Perón en el 45) que tuvo el tupé de abandonar “la ética del endeudamiento”, que no reparó en ampliar derechos (ley de matrimonio igualitario, fertilidad asistida, ley de relaciones de consumo, etc., etc.) para ocultar su condición de nazi, que distribuyó un provisorio puñado de “mejoras obtenidas” a raíz del demagógico aire proporcionado por el viento de cola.
La bienaventuranza envolverá al país, ya no con los efímeros soplos ventosos, sino con  las “sólidas caricias” y construcciones de la  mano invisible, eso posibilitará que los “inmaculados predicadores” del libre mercado sigan frecuentando los medios radiales y televisivos para anunciar las “buenas nuevas” en los “honorables programas” del periodismo independiente.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Servilismo y desintegración al servicio mediático.Elecciones 2015





 



Si hay un síntoma que se está tornando evidente en la realidad política argentina es “la fatiga informativa” -aunque a decir verdad, más realista sería denominarla “desinformativa”- causada por la exacerbación mediática que no cesa en su empeño en descalificar al gobierno de Cristina Fernández.
Sin duda, los medios han desplegado, a lo largo de los últimos años, todo su potencial para dañar la imagen de la presidenta y es preciso reconocer que, apelando no pocas veces a la descalificación falaz y al engaño, en cierta medida lo han logrado. Ahora bien, ese logro no ha sido total, sino parcial y tampoco los ha dejado indemne; sino por el contrario, han pagado un costo elevadísimo en una amplia franja de la población que comprobó, en los hechos, cuan poco creíbles resultan los medios hegemónicos al momento de difundir noticias.
Pero éste conflicto entre el poder ejecutivo y el poder corporativo, nos ha provisto de un aditamento más que interesante: ya nadie en su sano juicio puede suponer que tales medios actúan desinteresadamente. Obviamente, no estamos en condiciones de discernir quién ha ganado la pulseada si nuestra Presidenta o los “medios dominantes”. En todo caso, el tiempo nos develará quién ha salido airoso de la contienda. El problema finca en que si a futuro descubrimos que los “medios” han de ser los vencedores; no será precisamente la presidenta la derrotada, sino la ciudadanía en su conjunto, si bien es probable que buena parte de ella no se percate de las consecuencias que puede traer aparejada la misma.
Lo que sí es evidente que, si la presidenta no hubiere recibido tamaña agresión mediática su popularidad sería muchísimo mayor de la que cuenta hoy en día y muchas de sus realizaciones serían ponderadas desde una perspectiva más beneficiosa en relación con el desarrollo de nuestro país.
Pero claro, pretender la objetividad mediática es, ni más ni menos, que anhelar un imposible; esto es que los medios no persigan la acumulación de riqueza.
Desde luego, en el sistema en que vivimos no es reprochable pretender acumular riqueza; lo repudiable es hacerlo a expensas de engañar a “la gente” ocultando información, o falseando información para ampliar sus negocios o preservar los que ya se tiene. Y a quedado demostrado que si para ello deben difamar a un gobierno democrático, pues, "bien vale el proceder".
Lo cierto es que en el afán por sembrar el descontento los medios están replanteándose si es suficiente su poder de fuego; no en vano, no se mostraron muy proclives a difundir la marcha del cacerolazo del 13 de noviembre; al fin de cuentas, sus "miedos" se vieron corroborados, pues, la convocatoria no fue para nada relevante y la asistencia se vio escasamente nutrida de gente de los alrededores, en su mayoría de avanzada edad. Difundir la mentada marcha, con el riesgo de quedar asociado a la convocatoria, hubiere debilitado un poco más su declinante imagen.
Por otra parte, si bien es cierto que a los medios hegemónicos les preocupa la concreta posibilidad que el oficialismo obtenga un triunfo en las elecciones del año próximo (la luz de alerta se encendió con el triunfo de Dilma Rousseff , en la república hermana de Brasil quien padeció un proceso similar de agresión mediática), la preocupación está lejos de convertirse en traumática debido a que Cristina Fernández no puede ser reelecta. Por ende, si bien la agresión no ha cesado, hoy en día están más abocados a instalar a solo tres de los eventuales candidatos como posibles presidenciables ignorando de ante mano el resultado de las primarias.
Es lógico que actúen de este modo, después de todo dos de ellos responden directamente a sus intereses (Macri y Massa) y el tercero (Scioli), paradójicamente del Frente para la Victoria (FPV) es alguien que no solo no brinda garantías suficientes para profundizar la política ejecutada por el kirchnerismo, sino que ha mostrado más de una vez estrechos vínculos con los dueños del poder mediático argentino. Así las cosas, el panorama para sus designios no se presenta, en absoluto, amenazador.
Es notable contemplar cómo, a pesar de que el grado de subordinación del conglomerado político opositor ha sido unánime, algunos no han obtenido la aprobación para seguir en carrera. De esta forma observamos cómo, a pesar de la profesión de fe realizada por este “voluntariado servil” al poder mediático, algunos están al borde de ser excluidos. Y esto a raíz de una estrategia que, al momento de ser adoptada, no repara en el exceso de servilismo para premiar a los voluntarios, sino en los intereses de la corporación.
Así por ejemplo, ante la eventualidad de que las primarias modifiquen la situación dentro del oficialismo y surja otro candidato que no sea el gobernador de la provincia de Buenos Aires, la presión mediática procura reducir al máximo la cantidad de aspirantes a la más alta magistratura.
Es una manera “apropiada” de evitar que los votos se dispersen entre los distintos candidatos, eliminando de ese modo (al menos en teoría) la posibilidad de que el oficialismo obtenga un triunfo en primera vuelta. En relación a esto, no resultaría extraño que la principal aliada del grupo Clarín, la diputada Elisa Carrió, haya trabajado fructuosamente en dinamitar la estructura de Frente Amplio Unen (FAUnen) a los efectos de reducir la oferta electoral con vistas al 2015. Obviamente, los “conductores” de FAUnen han dado muestras más que suficientes de su incapacidad política para fortalecerse, quizá por la mediocridad que reina entre los integrantes de su agrupación que, en el afán de satisfacer los reclamos de los medios, fueron capaces de juntar “salames con zapallos” y los resultados están a la vista.
Se podrá argüir que nadie concienzudamente podía esperar algo serio de una agrupación que sumaba a un “desertor oportunista”, con un “peronista renegado” y un “socialista” que confunde el ideario de Marx con el de Adam Smith. Aunque a decir verdad, Binner está más cerca de Von Hayek que del respetable Smith; si bien, observando al candidato, siempre cabe la posibilidad de que no haya leído a ninguno de los tres. Pero lecturas aparte, podríamos decir que FAUnen está más cerca de la “nada” que del “ser”. Obviamente, la disgregación de este grupo nada cambia en términos sustanciales; después de todo repartirán sus simpatías entre el PRO (Macri) y el Frente Renovador (Massa) lo que pone al desnudo que se trata de una expresión más “moderada” de la derecha.
Si bien todavía “resta fluir mucha más agua bajo el puente”, lo cierto es que recién a fines de marzo podremos vislumbrar las distintas posibilidades que se le ofrecerá a la ciudadanía ante las eventuales primarias. Hoy, con diferencias de grados, solo conocemos los candidatos de “la derecha”; y si bien izquierda y derecha son posiciones antropocéntricas (pues, no se está a la izquierda si no se tiene a alguien a la derecha) no deja de preocuparnos la situación futura.
Algunos amigos, me dicen que el gobernador de la provincia de Buenos Aires (sin olvidar que existen otros dentro del oficialismo más afines al "modelo", entre ellos: Taiana, Uribarri, Randazzo, Aníbal Fernández) ha de estar controlado por el partido y será imposible cambiar el rumbo, al menos en materia de ampliación de derechos. Tal vez tengan razón, sin embargo no dejo de recordarles que en 1999 lo mismo decían los “alfonsinistas” de De La Rúa y la historia me exime de comentarios. Puede que sean situaciones incomparables, pero alguna vez alguien dijo que “sabio es quien sabe sacar provecho de las experiencias ajenas”.
Por lo pronto, a la ciudadanía solo cabe esperar la realización de las primarias bajo la esperanza de que, a través de ella,  surja un candidato de convicción firme; capaz de no abandonar la pulseada hasta saber que los medios desistan definitivamente de su inveterada idea de controlar la política para beneficio propio.