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lunes, 22 de diciembre de 2014

El debate en Intratables, la descontextualización y el "vocero" de los ex secretarios de energía






  






La década del 90 constituyó un período muy particular en lo que respecta al desmoronamiento de los valores colectivos, pues, precisamente ensalzó hasta el paroxismo la necesidad de “pensar” en primera persona (el culto al “Yo”) y bajo un ropaje de eficientismo, que consistía esencialmente en multiplicar riquezas, promovió la competencia de unos contra otros disolviendo, de ese modo, todo lazo de solidaridad comunitaria. Por cierto, mientras unos  pocos “multiplicaban” sus riquezas, una gran mayoría “dividía” sus ingresos hasta tornarlos casi irrelevantes. Lo cierto fue que eso no resultó objeto de preocupación alguna, tampoco inquietaba el  hecho de saber que unos cuantos desocupados no tenían absolutamente nada para dividir, después de todo el problema “no era de uno” y, por aquél entonces, el principio rector que supo guiar el comportamiento ciudadano se expresaba en el  conocido lema: “sálvese quien pueda”.
De forma tal que, desde aquella perspectiva, se fue legitimando el ejercicio del individualismo sin reparar en la existencia del “otro”; hecho éste que, entre otras cuestiones, posibilitó que una minoría incrementase exponencialmente, y sin el más mínimo escrúpulo, sus recursos patrimoniales. Así, mientras tanto, se configuró la falaz creencia de que el individuo, en forma aislada, era el responsable exclusivo de sus fracasos o de sus eventuales logros.
No por azar, fue una etapa signada por la proliferación de los libros de autoayuda donde la referencia sistemática estribó en poner el acento en el “Tú puedes” o en el “solo de ti depende”; como si  la sociedad donde desarrollamos nuestra existencia no incidiera en lo más mínimo sobre nuestro destino.
Lo concreto es que focalizando en el “Yo” la responsabilidad directa de todo lo que nos acontecía, no solo se disolvía todo compromiso social sino que, a su vez, se aventaba toda posibilidad de reclamar al Estado su necesaria intervención para promover el bienestar generalizado de los miembros de la comunidad.
De ese modo, la visión de la existencia terminó siendo absolutamente “descontextualizada”, pues, el individuo ya no debía reparar en el contexto en el que se desenvolvía, ni esperar nada de él; pues, simplemente debía centrarse únicamente en sí mismo o en su relato unipersonal como diría un declarado partidario del posmodernismo.
Paralelamente, y ya incursionando en el plano tecnológico -faceta que, por otra parte, no solo genera modalidades de comportamiento, sino que condiciona la manera de “ver” las cosas-,  la aparición de la televisión por cable instaló, control remoto mediante, una cultura muy particular en la mayoría de los televidentes que, curiosamente, terminó reforzando la visión descontextualizada de la realidad. 
Nos referimos a “la cultura del zapping” que no es otra cosa que una sucesión de saltos sin rumbo que nos permite consumir imágenes aisladamente, forjándonos, de ese modo, una idea distorsionada de lo que estamos viendo por no estar enmarcada dentro de un contexto.
La incidencia de esta cultura induce, si bien no en términos absolutos, al televidente a deslizarse sobre “las delgadas superficies” sin reparar en las profundidades. Posibilitando con ello un “pensamiento” despojado de análisis y comparaciones que, lejos de facilitar la comprensión, conduce a oscurecer la facultad interpretativa.
Evidentemente esta práctica que se catapultó a finales del siglo XX fue modelando, a su vez, la estructura de una pluralidad de programas “periodísticos” que bajo la ausencia de rigor informativo procuraron no solo captar la atención de los televidentes; sino que lograron instalar “creencias” que de ser examinadas con un mínimo de rigurosidad no hubieren llegado a convertirse en “las verdades” del momento.
Lo curioso es que actualmente, y habiendo transcurrido más de una década de este nuevo siglo, todavía persistan en el escenario televisivo un cúmulo de programas de ese tenor que, deslizándose a los saltos sobre “distintas superficies”, terminan negando al televidente la posibilidad de informarse en forma seria sobre lo que acontece, suprimiendo, en consecuencia, toda expectativa de análisis reflexivo. Lo peor del caso es que, y ante la proximidad de las elecciones presidenciales del año entrante, dichos programas se autocalifiquen como promotores del  “debate” para el esclarecimiento ciudadano; cuando en los hechos lo que hacen es negarlo, obstaculizando la discusión seria, promoviendo la “opinión ligera” y carente de los más elementales argumentos.  
En uno de estos programas, “Intratables”, que se emite por América TV -emisora que, por otra parte, apoya deliberadamente las aspiraciones del líder del “Frente Renovador”, Sergio Massa- y que cuenta con un abundante panel de opinadores, más empeñados en hablar de lo que desconocen que en esforzarse por interiorizarse del tema sobre el que opinan, se viene desarrollando la “sutil” tarea de cuestionar al gobierno desde “el no saber”. Sentando, de ese modo, apreciaciones que, al no corresponderse con la realidad, terminan desinformando al espectador que confía en ellas.
Así, por ejemplo, sus invitados mayoritariamente opositores al gobierno kirchnerista se pueden dar el lujo de manifestar cualquier “disparate” y ver corroborados esos “argumentos” por el panel en cuestión como si fuesen verdades dignas de reconocerse. Ya sea por ignorancia, o por compromiso con la concepción política que expresa la emisora, la casi totalidad de los miembros del panel se aviene a acompañar sin el más mínimo análisis las posturas opositoras. Sea avalando lo que aseveran desde el desconocimiento u omitiendo refutar las imprecisiones del interlocutor de turno.
Una clara demostración de esto que estamos puntualizando ha sido, entre otras, las expresiones vertidas por uno de sus invitados de la semana pasada. Nos referimos a Ernesto Tenembaum, “periodista independiente” -como tantos de los que trabajan para el Grupo “Clarín”, grupo éste que, al parecer, se ha convertido en el “semillero de periodistas independientes”-  quien cuestionó al gobierno por sus “falencias” en política energética.
Pues, sin dar demasiados detalles, adujo que la ineficiencia del gobierno en materia de energía le recordaba la decisión del Gral. Perón de no apostar, en su momento, por la industria pesada privilegiando la industria ligera (tema por demás discutible y máxime cuando, como en este caso, se lo trata descontextualizadamente); para reprochar luego , que nuestro país no ha llegado al “abastecimiento energético”. Por cierto, el pensamiento de Tenembaum no es fruto de su cosecha, sino que es el fiel reflejo de lo que vienen manifestando el grupo de los 8 ex secretarios de energía de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde (período comprendido entre diciembre de 1983 a mayo del 2003) quienes vienen cuestionando las decisiones del gobierno en materia energética.  Lo extraño es que durante esa etapa transcurrieron por la Secretaría de Energía diecinueve (19) secretarios, hecho que de por sí pone en evidencia las innumerables falencias que el país padeció durante las mentadas gestiones. Algunos de ellos, como es el caso de Daniel Montamat  o el Ing. Emilio Apud (éste fue titular por solo un mes) no duraron ni siquiera un año al frente de la secretaría, lo que revela la inoperancia de sus administraciones.
Sin embargo, hoy se arrogan “idoneidad” para cuestionar la gestión kirchnerista. Por cierto, ninguno de estos ex secretarios se opuso a la privatización de YPF; por el contrario, en su momento prácticamente todos justificaron y aplaudieron la medida y fue, precisamente, Daniel Montamat  quien se encargó de hacer lobby en el seno de su partido (UCR) en favor de acompañar la privatización. No olvidemos que justamente la misma tuvo lugar durante la gestión de Luis Prol, primo y socio de Montamat.  
Otro de los enfervorizados críticos es el Ing. Jorge Lapeña quien es pasible de ser recordado por la aplicación de los cortes programados que se extendían entre 6 u 8 horas diarias.
Si, por otra parte, tenemos en consideración que dichas gestiones tuvieron lugar durante el mayor período de achicamiento económico de nuestro país, donde el consumo de la población estaba pauperizado (no podemos dejar pasar que fue, precisamente, en esta última década donde la masiva demanda de electro domésticos, aire acondicionados, y automóviles se multiplicó en forma sustancial), donde la actividad industrial se hallaba en un 50% paralizada; es lógico inferir que se podía alcanzar “el autoabastecimiento” merced a la ausencia de consumo y a la paralización industrial. Evidentemente, para reivindicar el supuesto “autoabastecimiento” de la década del 90 es menester actuar cínicamente y poner la mejor cara de piedra para expresarlo públicamente.
Lo cierto es que como bien lo señaló el subsecretario de Coordinación y Control de Gestión del Ministerio de Planificación, Roberto Baratta,   “El día 11 de Mayo de 2004, Néstor Kirchner anunció el Plan Energético para los siguientes 10 años con medidas y metas concretas. Los resultados son tangibles e incuestionables: 5500 kilómetros de líneas de alta tensión que anillaron el Sistema Eléctrico incorporando a 10 Provincias incluyendo a la Región Cuyo, el Noroeste, el Noreste y la Patagonia que estaban aisladas; 8.700 megavatios; 2.800 kilómetros de gasoductos, incluyendo un segundo cruce al estrecho de Magallanes y el Gasoducto Juana Azurduy, y 292.000 caballos de potencia en Plantas Compresoras; 47 Plantas de Biocombustibles y 29 Centrales de Energías Renovables. Asimismo se terminaron Yacyretá y Atucha II”.
Sin embargo, estas consideraciones son olímpicamente ignoradas por los “periodistas independientes” que alardean de debatir en sus propios programas o en programas como “Intratables”. Así se informa hoy a la ciudadanía, así se discuten las propuestas políticas en los medios dominantes; así se quiere hacer creer que, en la Argentina, nada anda bien. Parafraseando a Oscar Wilde podríamos sostener que: “Hay mucho que decir a favor del periodismo independiente. Al darnos las opiniones de los ignorantes fortalecen la desinformación de  la comunidad”

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