Si tuviésemos que destacar una característica común en esta
época del año podríamos aseverar que la misma consiste en expresiones
desiderativas. Todos, o la gran mayoría de las personas, en estas fechas
exteriorizamos un cúmulo de deseos orientados
tanto al bienestar colectivo como al necesario bienestar individual. Y nosotros,
por cierto, no hemos de ser la excepción a esa sana costumbre; por tal motivo
es que anhelamos que el año próximo nos sorprenda con mayores niveles de Paz y de Justicia.
Está claro que en
los tiempos que nos toca vivir, ni “la paz
es el estado normal de las naciones” como sostenía un antiguo caudillo
popular de principios del siglo XX en Argentina, ni tampoco la justicia se extiende a lo largo de nuestro planisferio. Pues, por el contrario, es la injusticia la que se expande; por ende, cada vez se hace más ostensible aquello de que que “la justicia no existe, por eso hay que hacerla” como bien lo enseñaba un notable pensador francés
contemporáneo de aquél viejo caudillo.
Sin embargo, sería todo un síntoma de preocupación, al menos para
el género humano, no formularnos esos ponderables anhelos. Así que estimados
lectores y amigos, al momento de alzar nuestras copas para el tradicional brindis -ojalá llegue el día en que la humanidad a pleno
pudiere levantar las copas-, no solo reparemos en
la situación de privilegio en la que nos encontramos, sino también exterioricemos
nuestros deseos de Paz y de Justicia tan necesarios para este mundo. Puede que ello parezca irrelevante, si
hasta en ocasiones nos parece inútil nuestro modesto compromiso con esos
valores tan encomiables. Pero no lo es, por más modesto que nos parezca. En verdad, suele
ser la “chispa” que, junto a otras, mantiene siempre encendida la llama de la
esperanza.
Y aquí bien vale recordar una ejemplificadora anécdota que un prolífico
escritor y filósofo español comentaba en uno de sus abundantes textos. En
cierta oportunidad alguien inquirió nada menos que al célebre Albert Camus diciéndole: ¿Qué
hemos hecho ante los terribles males del mundo? A lo que el destacado escritor
respondió: “Para empezar no agravarlos”. Si esto nos parece poco…., estamos en
verdaderos problemas. Y entiendo que esa es nuestra intención, al menos de mínima, al igual que la de ustedes.
Pero bien estimados lectores, no procuramos opacar las fiestas con esta clase de anécdotas; ya son más que suficientes los comentarios que venimos desarrollando en nuestra pluralidad de artículos. Así que ponderables amigos, nuestros sinceros deseos de que disfruten
de unas maravillosas fiestas y que el año próximo nos depare -a pesar de M...,
bueno las críticas las dejamos para otro momento- lo mejor de nuestros anhelos.
Les desea Juan Castillo y Cia.
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